La catequesis es tan antigua como la misma Iglesia. Ha sido un instrumento indispensable, eficaz y humilde para la obra de la evangelización. La Exhortación apostólica “Catechesi Tradendae” (CT) en el n. 18, insiste en renovar el primer anuncio como condición fundamental para el fortalecimiento de la fe.
El Papa Francisco se apoya en el documento mencionado y en el Directorio general para la catequesis, con el fin de insistir en el Kerygma, para orientar la catequesis hacia una verdadera iniciación cristiana. El Papa nos plantea lo siguiente: “Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o Kerygma, que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial. El Kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas o momentos”. (EG 164). Creo que son también muy iluminantes los números 165 a 168 del mismo documento, con respecto a la catequesis.
Que la catequesis, como instrumento fundamental para hacer efectiva la evangelización, esté presente en todas las parroquias, centros pastorales, movimientos apostólicos y centros educativos de la Diócesis, especificando y acentuando en cada lugar y ambiente, las distintas modalidades que la misma catequesis exige.