Desde su fundación la Iglesia Particular de Pereira, ha contado con dos comunidades étnicas que a lo largo de la historia se han identificado, en su mayoría, con la fe de la Iglesia Católica: La comunidad Indígena y los Afrocolombianos. En el pasado estas comunidades, llamadas “minorías étnicas”, han sufrido con mayor intensidad las consecuencias del abandono estatal, la discriminación, la presencia de grupos armados en sus territorios, la minería ilegal, que han afectado en gran parte su nivel de vida en lo que tiene que ver con la educación, la salud, la economía, su vida social, y en general sus culturas.
Sin embargo, es necesario reconocer que la Iglesia Católica ha sido una fuerza importante en la lucha por la supervivencia de estas etnias, acompañando a las distintas comunidades, no solo en las necesidades espirituales, sino en todo lo que tiene que ver con su desarrollo integral. La labor de los Padres Claretianos, de los Misioneros de Burgos, las Hermanas de la Madre Laura, de los Obispos y sacerdotes diocesanos, ha sido de gran valor en los municipios de Marmato, Riosucio, Supía, Quinchía, Pueblo Rico y Mistrató. Muchos de ellos entregaron su vida en favor de estas comunidades.
Es importante tener en cuenta que el grado de visibilización de estas comunidades ha alcanzado un punto importante a partir de la Constitución de 1991, con normas y leyes que les garantizan autonomía, respeto a sus culturas y a sus formas de organización tradicional y reconocimiento de sus propias autoridades. Se ha logrado muchísimo en el respeto a sus territorios. También se les ha asegurado unas importantes transferencias económicas de carácter nacional, con leyes apropiadas.
Un buen número de miembros de estas comunidades profesan la fe católica. Por esta razón, la Diócesis de Pereira en el presente plan pastoral reconoce que es necesario realizar un conocimiento y análisis progresivo a estas comunidades para lograr una mejor atención pastoral a todos sus miembros.
Fortalecer la vivencia de la fe de nuestras comunidades indígenas y afrocolombianas, para que sin perder la identidad cultural, puedan asumir los valores cristianos y expresarlos en su vida, con miras a un crecimiento integral.