
Hoy celebramos con alegría el don maravilloso de tu vida. Dios te ha regalado no solo el llamado al sacerdocio, sino también el carisma de comunicar con claridad, alegría y profundidad el mensaje del Evangelio. Tu servicio en el área de comunicaciones de nuestra diócesis ha sido una verdadera bendición para muchos, incluyendo a quienes te seguimos con admiración y cariño.
En este día especial, le pido al Señor que renueve en ti la fuerza, la esperanza y la alegría del primer llamado. Que sigas siendo luz en medio de los medios, voz profética en tiempos de confusión, y sobre todo, un pastor cercano al corazón de Cristo.
“Los que enseñan a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad.” (Daniel 12,3)
Gracias por tu amistad, tu testimonio y tu entrega fiel. ¡Que la Virgen de Nuestra Señora de la Pobreza te acompañe siempre y San Pablo, patrono de los comunicadores, interceda por ti en cada proyecto!
Un fuerte abrazo en Cristo y muchas bendiciones en este nuevo año de vida.



